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miércoles, 11 de abril de 2012

Las campanas de San Miguel

Eduardo Beltrán y García de Leániz  /  Almazán


Domingo de Pascua del 2012
(Grabado con el móvil)


Escuchar el tañido de las campanas a cualquier hora del día era, hasta no hace muchos años, algo habitual en los pueblos y villas de estas tierras de España. Era un sonido cotidiano, familiar, que emanaba de las torres y campanarios de nuestras iglesias, y que a lo largo de su historia ha tenido varias connotaciones, siendo la religiosa su principal misión, invitándonos a un recogimiento espiritual. Pero, también ha tenido una implicación civil o profana, como era el caso de alarma ante cualquier peligro (invasión, fuego,...), aparte de señalarnos las horas del día.

Las campanas han sido a lo largo de los siglos un auténtico sistema de comunicación.

El campanario y la campana siempre han tenido un contenido simbólico. Desde las aberturas en lo alto de las torres vierten sus sones hacia los cuatro puntos cardinales, haciéndonos partícipes de sus diferentes estados de ánimo.

Lo cierto es que el sonido constante de las campanas se ha convertido en una reminiscencia del pasado en muchas partes de nuestro país, convirtiéndose en meros testigos estéticos de una plaza o una calle, silenciada su estruendosa melodía de percusión musical que nos hacia sentir vivos y soñar con momentos celestiales.

Es por este motivo que me llamó poderosamente la atención que el pasado domingo, Domingo de Pascua, escuchara el repiqueteo incesante de las campanas de la iglesia de San Miguel en Almazán. Tenían un motivo, la Procesión del Encuentro (recuperada después de muchos años sin celebrarse), que tiene su principal acto en la Plaza Mayor, al encontrarse la imagen de Cristo Resucitado con la de la Virgen de las Albricias.

Fue un auténtico placer escuchar de nuevo ese mágico sonido olvidado durante la mayor parte del año, que nos traslada a esos lejanos días de la infancia, que la memoria y el tiempo tratan de desdibujar.



Iglesia de Santa María. Almazán
Óleo sobre lienzo adherido a tabla
2011



3 comentarios:

  1. Me parece muy curioso tu artículo hablando sobre un tema tan inusual. De todas las formas es muy interesante y me gusta mucho.

    Cristina Gallego

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Nunca he disfrutado del tañer de las campanas, todas las iglesias que he tenido en mi infancia a mi alrededor eran modernas por lo que ni si quiera disponían de campanario. Es por eso que cuando he ido de viaje y he oído el repicar de las campanas me ha llamado mucho la atención y siempre he considerado que es una tradición que se debería recuperar. ¡Qué el sonido de las campanas nos haga vibrar!

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