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domingo, 25 de marzo de 2012

Nuestro planeta agoniza

Eduardo Beltrán y García de Leániz  /  Madrid

El impacto que está teniendo la macrófaga demanda humana sobre el medio ambiente y su inagotable sed de recursos naturales, potenciada por un imparable crecimiento demográfico y un desarrollo tecnológico sin precedentes, está llevando al agotamiento más absoluto de todos los ecosistemas de nuestro planeta.

Los escasos planes de protección sobre el medio natural establecidos en las varias cumbres y convenios mundiales que se han venido sucediendo desde 1972, no son suficientes para proteger el frágil equilibrio medioambiental, con lo que podemos estar hablando de un auténtico colapso ecológico sin precedentes. Las agresiones depredadoras del ser humano acabaran pasándonos factura si no se toman medidas urgentes.

Todos estamos ya muy familiarizados con el uso de una nueva terminología asociada a este contexto: calentamiento global, biodiversidad, energías renovables, desarrollo sostenible, ecología, cambio climático, comercio justo, contaminación, desertificación, agujero de la capa de ozono...Son expresiones que denotan la constante preocupación por un tema que nos inquieta y nos mantiene en un constante estado de alarma.

Es claro que el cambio climático, el incesante crecimiento demográfico y el progresivo aumento de residuos en la actualidad, irán deteriorando la situación mundial. Y uno de los principales problemas que se plantea es el agua. Recordar que el 97,5 % del agua de la Tierra es salada; el resto es agua dulce, de la que el 70 % es hielo, repartido en ambos casquetes polares. Con lo cual, el porcentaje de agua dulce que nos queda es sumamente pequeño. Si a esto unimos el deterioro de los acuíferos y los humedales en todo el planeta, y el vertido y contaminación brutal de nuestros lagos y ríos, el resultado será desastroso para la humanidad. La crisis mundial que se avecina tiene un protagonista: el agua.

El modelo de crecimiento económico que tenemos es ya prácticamente insostenible. Hay que hayar fórmulas encaminadas a proteger y renovar los recursos naturales, procurando fijar medidas importantes de protección del medio ambiente. Se necesita impulsar un desarrollo sostenible. Todo ello tiene que ir acompañado de una serie de medidas políticas, económicas y sociales, que permita a los pueblos desarrollarse plenamente dentro de un respeto y equilibrio con el entorno natural en que vivimos.

Hace ya 20 años, en la Cumbre de la Tierra de 1992 de Río de Janeiro, se acordó adoptar un enfoque que asegurara el desarrollo económico y social al mismo tiempo que se protegía el medio ambiente. Se establecieron varios compromisos, al igual que en la siguiente Cumbre de la Tierra de 2002  en Johannesburgo, cuyo principal programa se basaba en el desarrollo sostenible. Pero, yo me pregunto, ¿qué se ha hecho desde entonces? ¿hasta qué punto han sido satisfactorias esas políticas encaminadas a superar la creciente pobreza y la constante degradación ambiental? Es evidente que no han sido suficientes.

En este sentido, el rápido desarrollo de los países emergentes lleva emparejada al mismo tiempo una alta tasa de contaminación. La concentración de partículas de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno procedentes de industrias, tubos de escape y centrales eléctricas, están alcanzado niveles muy peligrosos. Las ciudades más contaminadas del mundo están en la India, Pakistán, Mongolia y Perú. Reducir la contaminación del aire evitaría la muerte prematura de muchas personas al año. 

En cuanto al agua, en estos países emergentes, la falta de tratamiento de las aguas residuales, el aumento de la contaminación por los vertidos industriales y la sobreexplotación de los recursos hídricos esta llevando al límite a este recurso esencial ya de por sí escaso. Se calcula que más de dos millones de toneladas de basuras y desperdicios acaban en los ríos cada día.

En espera de la próxima Cumbre de la Tierra sobre Desarrollo Sostenible en junio del 2012 en Río de Janeiro, donde se intentará encontrar soluciones para los problemas económicos, sociales y mediambientales, sería conveniente mentalizarnos sobre la contribución que nosotros, como personas particulares, podemos hacer para mejorar el medio ambiente. Reciclar es un buen comienzo. Plásticos, vidrios y papel son materiales que no deberían caer en un contenedor equivocado. Una sola bolsa de plástico puede tardar más de 300 años en degradarse, con el consiguiente peligro para fauna y flora. Por ello, la guerra al uso de bolsas de plástico tiene que ser total. 

Otra manera de contribuir sería potenciando el turismo sostenible. Yo soy totalmente partidario del mismo,  ya que genera ingresos y empleo para la población local y al mismo tiempo respeta el medio ambiente. En España ya son muchas las personas que lo practican, existiendo una gran oferta vacacional que se extiende prácticamente a todas las comunidades. Algún día escribiré sobre este tema.

No quisiera terminar sin dejar de entrever un ligero atisbo de esperanza para nuestro planeta, y aunque la situación es muy crítica, espero que la cordura impregne la mente de nuestros gobernantes.





Sequía
Óleo sobre lienzo
1986




sábado, 17 de marzo de 2012

Hablando de cocina

Eduardo Beltrán y García de Leániz  /  Madrid


Hace tiempo que estaba pensando en escribir una entrada sobre el maravilloso mundo de la gastronomía. Cumplo ahora ese deseo, ya que últimamente he estado leyendo varios blog, españoles y extranjeros, sobre el estimulante  arte de la cocina y sus recetas, algo que realmente me apasiona. En principio, me gustaría señalar que en lo referente a la cocina toda imaginación es poca, y cada cual puede variar a su gusto recetas tradicionales de toda la vida y convertirlas en algo innovador de tentadores sabores, poniendo un toque personal que las haga más especiales para los paladares más exigentes. Todo es posible en cocina.

Me ha llamado mucho la atención en este recorrido "blogístico", que haya tanta gente apasionada por el arte de los fogones, pues la mayoría de los autores de estos blogs tienen un gran número de seguidores, aunque muchos de ellos son sólo meros amantes del buen hacer culinario, y suelen recoger recetas clásicas con innovaciones más o menos acertadas. En cualquier caso, siempre es un gran mérito llevar a buen término cualquier proyecto gastronómico,  que nos dará siempre indudables satisfacciones.

En una sociedad estresante como la nuestra, sacar algo de tiempo para dedicarlo a poner en práctica nuestro buen hacer culinario es todo un reto. Y la cocina requiere tiempo. Por eso, es muy agradable descubrir que hay tantos amantes de uno de los placeres más antiguos de la humanidad, como es el disfrute de una buena comida.

Como español, y buen conocedor de la cocina  española, me llena de orgullo comprobar que hay una gran cantidad de "blogueros culinarios" que resaltan nuestra cocina nacional. Muchos de ellos son personas que han estado en nuestro país y se han ido maravillados de sus bondades restauradoras. Otros, viven aquí, y hacen suyo el virtuosismo del buen comer de estas tierras. Aunque  todos ellos comparten una premisa común: la saludable alimentación de la dieta mediterránea,  poniendo de relieve la calidad  y beneficios de sus productos, con el aceite de oliva a la cabeza.

En relación al recetario, y lo digo desde mi conocimiento práctico de la cocina, me gustaría poner de relieve, sin ningún atisbo de critica, que hay muchas recetas tradicionales que están bien como son en su origen, y a veces las variaciones nos conducen a una desvirtuación de las mismas. Por mi parte, me gusta la cocina más sencilla que la más elaborada y sofisticada, llena ésta de multitud de ingredientes diversos que a veces son difíciles de calibrar en cada receta. Esto no quiere decir que no me gusten los platillos de la excelente nueva cocina, pero prefiero guisar los más tradicionales con un toque personal. Por otra parte, soy un amante de la cocina oriental, italiana y mejicana.

Como anécdota diré, que soy seguidor de un blog de cocina que me gusta mucho. En la última de sus entradas me resultó peculiar la forma en que trataba una de las recetas más clásicas del panorama culinario español: la paella. Es curioso su forma de expresarse al hablar de este famoso plato como "synonymous with beach, sun and fiesta on the Spanish coast". Nada más lejos de la realidad. La paella es una receta tradicional que cuenta con muchos secretos para su perfecta elaboración, y nada tiene que ver con esos tópicos. Degustar una buena paella no es nada sencillo, más bien lo contrario. Muchos turistas que llegan a nuestro país se van sin haber probado convenientemente este delicioso plato, sino una deformación del mismo. Una verdadera pena. En relación con esta receta,  mis preferencia se dirigen hacia  las paellas de mariscos y pescados, más que a las mixtas. Quizá algún día me anime a publicar una de ellas en este blog.

Y para terminar, ensalzar las maravillosas recetas, poseedoras de sabiduría y buen criterio, de mi abuela y mi madre. Han sido unas grandes cocineras, preservadoras de los valores tradicionales, pero sin menospreciar los nuevos sabores y recetas de los nuevos tiempos. Han sabido, como buenas castellanas, dominar un arte puro, genuino, inmemorial , que ha cautivado a todas las culturas del mundo: LA COCINA.




Cerámicas
Óleo sobre lienzo
1982




miércoles, 14 de marzo de 2012

Las fortificaciones de Soria: Tierra de Frontera

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid


Si hay algo de lo que podamos sentirnos orgullosos los sorianos es de tener un pasado cargado de historia,  una historia apasionante y cautivadora que nos ha dado el carácter del que ahora hacemos gala, y ha impreso en nuestra memoria una verdadera carga emocional, de la cual debemos ser dignos herederos.

Pobladores de las tierras del Alto Duero, pertenecientes a la  Meseta Castellana y al Sistema Ibérico, los sorianos somos testigos directos de esa encrucijada de caminos esencialmente estratégicos que ha sido nuestra geografía, bordeada de fronteras por todos sus lados. Con la invasión árabe de la península, Soria se convirtió en  una zona de transición, un territorio de frontera, toda la línea del río Duero soriano fue el escenario de encarnizadas batallas de los cristianos contra los moros para recuperar el territorio invadido por estos. A partir del siglo X, y hasta el siglo XII, Soria fue en cierta manera "tierra de nadie". Es entonces cuando se inició un tímido proceso de repoblación, con la llegada de colonos castellanos, navarros, aragoneses, ...

Todo esto nos ha caracterizado a lo largo de los siglos por tener una idiosincrasia muy marcada, fruto de los avatares de esa convulsa historia peninsular, que unidos a la altitud (Pico de Urbión 2.229 m.), un clima extremo y  frío, y  la dureza de estos parajes nos ha dado una gran capacidad de resistencia y aguante. La sobriedad es una de nuestras señas de identidad.

Así, las necesidades de defensa propias de ese escenario favorecieron la construcción de innumerables castillos, fortalezas amuralladas, casas fuertes, torres y atalayas de vigilancia que están sembradas por  todo el territorio soriano, lo que hace que sea sumamente atractivo su descubrimiento y visita obligada. Su pertenencia a Castilla, Castella o Castiella, "tierra de castillos", hace que la provincia soriana sienta como propia esa denominación. Se puede hablar de más de 200 edificaciones de este tipo en una provincia que tiene 271 kilómetros cuadrados.

Por lo que respecta a los castillos, fortificaciones situadas en enclaves privilegiados con misión de proteger un territorio, en estas tierras de Soria podemos presumir de tener el castillo más grande de toda Europa, la fortaleza de Gormaz, situada en un cerro desde el que se divisan muchos kilómetros de campos castellanos, con un perímetro amurallado de 1200 metros, 446 metros de largo y 60 metros de ancho, con lienzos de 10 metros de altura y 28 torres, cuyos muros evocan nombres legendarios como El Cid o Almanzor. Otros castillos bien conservados serían los de Berlanga de Duero, Almenar, Magaña, Caracena,... los cuales son fiel testimonio de un pasado memorable.

Haciendo un paréntesis, me gustaría poner de relieve que muchas de estas construcciones se levantaron sobre antiguos asentamientos celtas y romanos, por lo que es normal encontrar mezclas de estilos en ellas.

Aunque debido a la antigüedad y al mal estado de conservación, la mayoría de estas construcciones son ruinas, pero en ellas se puede soñar con tiempos gloriosos. Entre ellos destacaría los castillos de San Esteban de Gormaz, Ucero, Osma, Vozmediano, Agreda, San Pedro Manrique, Yanguas, Langa de Duero, Peñalcazar, Ciria, Castillejo de Robledo, Hinojosa de la Sierra, Arcos de Jalón, La Raya, Serón de Nágima, Somaén, Moñux, San Pedro Manrique,...Mención aparte estaría el castillo de Soria, uno de los mejores de España en el siglo XII, pero que, ante la inminente llegada de las hordas francesas de Napoleón (¡como no!) en 1812, el general Durán mandó derribar, para evitar que los franceses se atrincheraran allí, al igual que pasó con  las murallas del castillo de Almazán. Hoy sólo son ruinas.

Por mi parte, quisiera destacar la fortificación de Calatañazor, donde "Almanzor perdió su tambor", con la romántica efigie ruinosa de su castillo que despierta una nostalgia cautivadora por los viejos tiempos. Desde allí se divisa el Valle de la Sangre, donde la historia localiza la legendaria derrota de Almanzor en 1002.

En cuanto a las villas y fortalezas amuralladas, también hay una buena muestra en Soria. Además de la capital, que tuvo más de 4 kilómetros de murallas, destacaría las de Almazán, Medinaceli, Ágreda, Monteagudo de las Vicarías, Rello, Cabrejas del Pinar, Deza,... entre otras. Me detendré en Medinaceli por su situación fronteriza divisoria y en Almazán por razones obvias.

Medinaceli, la antigua Occilis celtibérica, la Madinat Salem árabe, situada en un cerro estratégico inexpugnable. Sus murallas árabes fueron construidas reutilizando las antiguas murallas romanas que allí había. Hay algún tramo que se conserva medianamente bien, pero en general están en ruinas. A partir del siglo X empieza su esplendor, se construye la alcazaba de la que sólo queda las caballerizas árabes subterráneas. El castillo se construyó sobre la primitiva alcazaba con torreones circulares y una torre  del homenaje rectangular. Goza de unas vistas inigualables.

Almazán, "La Fortificada", tuvo una gran importancia a partir del siglo XII, debido a estar en la línea fronteriza entre los reinos de Castilla y de Aragón, siendo objeto de disputa durante varios siglos entre ambos reinos. Su castillo se ubicaba en el cerro de El Cinto, aunque hoy en día sólo quedan algunos vestigios ruinosos. Pero, en cambio, sí podemos admirar varios lienzos de murallas, tanto de factura árabe como cristiana, de hasta diez metros de altura, y que están bastante bien conservados. El fuerte declive del terreno hizo de este enclave una gran fortaleza defensiva, franqueada por siete puertas, de las que se han conservado en perfecto estado tres: la del Mercado o de Berlanga, la de Herreros y la de la Villa; también hay dos postigos: el de Santa María y el de San Miguel. Todo ello nos da una idea de la gran importancia de esta plaza.

Torres y atalayas se encuentran por doquier en toda la provincia. Hay que diferenciar estas fortificaciones debido al uso que ambas tenían. Las torres o torreones tenían como finalidad alertar de posibles peligros y dar cobijo a la población, ademas estaban preparadas para soportar un asedio. Por lo general son torres rectangulares bastante altas. Las atalayas solían ser estructuras aisladas, de uso militar, situadas en lugares altos, y cuya misión era de mera vigilancia, alertando a los castillos próximos de posibles ataques enemigos.

Entre las primeras destacaría la torre de Noviercas, en perfecto estado de conservación, es una torre bereber del siglo X. Entre otras: torre de la Pira, del Castillo, de Trébago, de Torretartajo, Villanueva de Zamajón, de Montenegro de Ágreda, Aldealpozo,... Por lo que respecta a las atalayas, hay que notar que una gran cantidad en la zona de Medinaceli, Alcubillas de las Peñas, la de Almadeque,.. Destacar las atalayas de Paones, Abejar, la Riba de Escalote, Liceras, Montejo de Tiermes, Navapalos y muchas más.

Soria, tierra de frontera, tierra de castillos, tierra de leyendas,... un lugar único fascinante, lleno de encantos, donde dejar volar nuestra imaginación es un bálsamo y una aventura inolvidable.




Rollo de las Monjas. Almazán
Óleo sobre lienzo
1985