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miércoles, 22 de julio de 2015

Tiempo de dibujos

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid


Desconectar y buscar la quietud en Madrid a mitad del mes de julio es realmente fácil, la ciudad se vacía de una población ávida de playas para pasar sus vacaciones estivales. Es un momento idóneo para perderse en el frescor y la paz de los innumerables parques y jardines que ofrece la ciudad.

Una gran oportunidad que aprovecho además para llevar mis lápices y cuadernos de dibujo, en los que los bocetos del entorno elegido van cobrando forma según va pasando la mañana. Temas vegetales sobre todo, pero también alguna construcción caprichosa, como las ruinas de la ermita románica de San Isidoro, del siglo XI, y que se encuentra, si, en el Parque del Retiro.

Dibujar en estos bonitos exteriores me ayuda a no perder las ideas que algún día se plasmaran en obras pictóricas, y al mismo tiempo retomar con fuerza el hábito de dibujar todo lo que se me pone por delante, captando siempre los matices que me parecen más interesantes.  

No cabe duda de que mi portafolios se está enriqueciendo con todos estos nuevos bocetos dibujados in situ, germen seguro de proyectos cercanos.








lunes, 13 de julio de 2015

Parón obligado

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid

A veces las circunstancias del momento y la vida misma, te hacen reconsiderar muchas premisas que teníamos asumidas de antemano como inmutables. Un error. La vida se encarga de devolverte a la realidad de un plumazo. Y todas esas cosas por las que has estado luchando y peleando como un gato panza arriba durante tanto tiempo, se van cayendo a pedazos. No por falta de principios firmes ni credibilidad absoluta, sino porque las implacables injerencias externas que nos envuelven acaban imponiendo sus reales.

No hay que titubear cuando zozobra el barco, hay que presentarle la mejor cara y asumir la derrota. No es una derrota definitiva, pero si devastadora, y con consecuencias impredecibles. No se puede luchar eternamente contra corriente, porque al final acabas tocado. Hay situaciones, personas y circunstancias que no tienen remedio. Según dicen, en estos casos lo mejor es la indiferencia, aunque en mi caso no lo puedo asumir. No es propio de mí dejar de pensar y pasar de todo...mi carácter me lo impide.

Siempre he sido una persona optimista y positiva. Me aterra pensar que pueda atraer la negatividad a mi alrededor, con sus consecuencias nefastas para todo. Por eso, antes de que se contaminen todos mis esfuerzos, un contundente y obligado parón se impone en todos los aspectos de mi vida, incluyendo lamentablemente la pintura.

Es en estos momentos cuando pienso en esa frase que escribí hace tiempo: "si la vida fuera un mar, me perdería en él".




El grito
Edvard Munk
Galería Nacional
Noruega