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martes, 30 de enero de 2018

Preparado para la nueva etapa

Eduardo Beltrán García de Leaniz / Madrid


Ya he empezado a barnizar las últimas obras, después de varios meses de secado, pues me gusta que los pigmentos naturales que utilizo se hayan asentado perfectamente en las telas. Esto permite que los colores estén siempre brillantes,  a pesar del paso inexorable del tiempo.

Este es un paso importante para mi en el actual estado de cosas, un buen momento preparatorio para los nuevos proyectos de óleos, y también para las nuevas ideas de dibujos y bocetos a lápiz, tizas Pitt, barras de carbón natural y lápices grasos, materiales que ya forman parte de mi nuevo equipo, y que seguro me harán sentir vivo de nuevo.

Coger con fuerza esta nueva etapa que se abre después de meses de incertidumbre y desesperanza es crucial para mi y mi pintura, que la he tenido bastante abandonada últimamente (¡cuántos abandonos en los últimos 4 años!). Es importante, porque significa que la energía va retornando a mi ser, lo que indica un fuerte deseo de seguir plasmando la belleza tal como yo la entiendo, y tratándose de la naturaleza, intentar describirla sin ninguna pretensión de emularla, pues la naturaleza es inimitable. Cada uno la tiene que ver con sus propios ojos, evitando tópicos y estructuras ya preconcebidas en imponentes documentales televisivos. Nada es igual cuando contemplamos in situ la grandiosidad de cualquier entorno natural en todo su esplendor. Cristina, seguro me entenderás, cuando contemplaste el amanecer en Sossusvlei o los troncos sin vida de Deadvlei en el Desierto de Namibia hace poco.

Y si he introducido la naturaleza en este escrito,es porque de sobra es sabido mi amor por los árboles, y la relación que mantengo con ellos, como símbolos y esencia misma de la existencia de este planeta. Ellos son los guardianes de la vida. Respetémoslos. 

Sí, soy bastante Walden.

Hay muchas formas de ver e interpretar el arte, cualquier tipo de arte, pero hay una cosa clara, la creación de una obra de arte, desde las mismas pinturas rupestres en las paredes de las cavernas del Periodo Cuaternario, hasta el más descarado graffiti en alguna de las paredes de nuestras ciudades hoy en día, son la culminación del ingenio artístico de un ser  humano. 

La necesidad de expresarnos encontró uno de sus mayores logros en la plasmación de nuestras ideas y realidades a través de la pintura. Por eso, los árboles siempre formarán parte de  mi obra.




En mi estudio barnizando "El bosque encantado II"

jueves, 18 de enero de 2018

Fortuny en el Prado

Eduardo Beltrán García de Leaniz / Madrid

Si hay algo que llama poderosamente la atención cuando contemplas la obra de Mariano Fortuny en esta magnífica exposición organizada por el Museo del Prado, es su trabajo como acuarelista y la perfección y precisión de sus dibujos, aparte de sus pinturas al óleo que fueron las que le catapultaron  a su fama internacional como uno de los mejores pintores españoles del siglo XIX.

La minuciosidad, la expresividad desbordante  y la precisión de su trazo lo convierten en un artista brillante, inigualable, que cultivo diversas técnicas con una perfección absoluta. Es realmente imprescindible observar con detenimiento el preciosismo de los detalles en todas sus obras, y especialmente en sus dibujos a lápiz y acuarela, así como sus óleos de los tipos árabes y sus costumbres en su viaje al Norte de África, en plena guerra hispano-marroquí.

Es de destacar la utilización  que hace de los juegos de luz y la asombrosa precisión en sus pinceladas, que junto con la utilización magistral del color, convierten a sus obras en espacios mágicos llenos de vida, y rodeados de una atmósfera especial.

Siempre me gusta destacar alguna pintura de las exposiciones que visito, pero en esta ocasión me reservo esa licencia, pues todas las obras expuestas de Fortuny necesitan un minucioso detenimiento. Destacaré, eso si, sus dibujos y acuarelas, que lo convirtieron en un gran renovador de estas técnicas en su época.