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martes, 24 de enero de 2012

2011: Reflexiones sobre un año difícil

Eduardo Beltrán y García de Leániz / Madrid


Si tuviera que definir con una sola palabra al convulso año 2011, creo que me decantaría por la de "anacrónico". Ha sido un año difícil, cargado de tensiones a todos los niveles, hemos vivido momentos complicados, situaciones embarazosas, noticias estremecedoras,... Pero hay algo que debemos aprender de toda esta crisis. En este sentido, sería necesario sacar conclusiones más realistas en la adopción de aptitudes futuras, y aplicar más habitualmente el sentido común como norma general.

La crisis financiera trajo consigo a la crisis económica, y ésta a su vez nos dejo una gran crisis de confianza, la cual se ha asentado firmemente en nuestra sociedad. La desconfianza se ha apoderado de todos los estamentos, pero sobre todo, es el ciudadano de a pie el que la ha acogido con más interés, pues es el que más está padeciendo la crisis. Y es precisamente esta sociedad, la que más ha sabido reaccionar ante estos duros embates, tomando pautas de austeridad y control del gasto.

Si hay algo realmente lamentable en todo este nefasto proceso, es la oleada de desempleo que asola a muchos países, sobre todo entre los más jóvenes, grave problema que debe ser la prioridad esencial de todos los gobiernos. La recuperación de un empleo estable será la base principal para lograr una normalización social coherente en el mundo.

Dentro de la vorágine y la confusión, creo, no obstante, que ha sido un año de consolidación, iniciándose un ciclo de regeneración que llevará a cambios trascendentales en la dinámica de la política internacional futura, tomándose decisiones más acordes y responsables con los nuevos retos a los que tendremos que enfrentarnos, tanto a nivel colectivo como individual. Toda etapa nueva que se inicia es un momento idóneo para la renovación y la recuperación.

Es un hecho que la fragilidad del sistema financiero mundial ha puesto en tela de juicio muchas premisas que se tenían como inmutables. Aunque lo realmente increíble, es que el destino económico de los países esté en manos de las todopoderosas agencias de calificación. Un mundo supeditado a lo que digan Moddy's, Standard & Poo's y Fitch es totalmente inmoral, cuando fueron precisamente estas agencias las que dieron su máxima nota a las famosas hipotecas de alto riesgo en 2008. 

Es verdad que la recuperación económica pasa por lograr una consolidación fiscal efectiva, intentando alcanzar un crecimiento sostenido y estable, pero no a cualquier precio. Vivimos una situación muy complicada, y las medidas que se avecinan no son precisamente la panacea perfecta, pero debemos estar preparados para recibir a la señora "austeridad" como compañera inseparable de nuestras vidas durante un buen tiempo. Tendremos que echar mano de la imaginación y el buen humor, si no queremos caer en un estado de abatimiento permanente que acabe por llevarnos a la desesperación. 

En el caso de nuestro país, España sigue estando en el ojo del huracán, por lo que las medidas serán, si cabe, más estrictas, y nuestro compromiso con la economía internacional nos obligará a llevar a cabo acciones constantes  para reducir el gasto que se traducirán en recortes y más recortes. Sólo una política inteligente de creación de empleo hará que los españoles consideremos que tanto sacrificio tenga un sentido. El pueblo español siempre ha sabido responder en los grandes momentos, esperemos que en este se cumpla también la premisa. Aunque, la verdad, lo tenemos difícil.




Sinfonía del tiempo
Óleo sobre lienzo
1986

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